El Pombero:
Si buscamos ahora con internet hay muchas definiciones del Pombero y
otros duendes guaranies, así el Yasy yetare o dueño del sol, la Pora o
fantasma de las higueras, el Lobizón, o perro hombre y unos cuantos más,
a veces mezclado o confundidos....
Pero me referiré al Pombero que yo conocí, mejor dicho no conocí, al que me hicieron imaginar en épocas de niño.
Épocas de verano, todos los sobrinos y primos terminábamos deportados
al campo, conformando así una alegre banda de unos seis o siete
cachorros de diferentes sexos, pero todos más o menos en las mismas
edades, las prioridades, bañarse en las lagunas, salir a buscar nidos,
colmenas, cazar con nuestras hondas, correr y jugar sin mucho freno ya
que lugar sobraba.
El día comenzaba temprano, pasábamos por la cocina y allí
teníamos mate cocido con leche, una galleta y manteca, y de allí salir
corriendo a ver como ordeñaban las vacas, y preguntar que había hoy, por
allí tocaba baño de algún sector de hacienda y eso ya era un
espectáculo, Si nada había entonces a correr por el monte en busca de
nidos, colmenas o cazar algo, eso si cuando el Sol se acomodaba y estaba
en el medio, a volver corriendo estaba la hora de comer y luego de
andar corriendo por el monte el hambre se hacía presente.
Llegar al comedor requería un paso previo lavado de manos
y caras, estar peinado y limpio, nos sentábamos y la rutina comenzaba
con la sopa, un plato mas y algún postre, así llenos comenzábamos a ver
qué hacíamos, pero allí venia el tema.
Alguna de las empleadas nos convocaba al dormitorio, y
avisaba que tendríamos que dormir la siesta, el coro de protestas se
hacía al instante, pero venia la explicación, a esta hora en el monte
anda el Pombero, y si los encuentra los va a robar, y otra vez el coro
de preguntas que es el Pombero, y la empleada recitaba lo que seguro
escucho de chica y ya nos conto muchas veces. Es un enano que anda de
sombrero en las siestas en los montes, si encuentra a alguien lo pierde,
si ven sus pisadas o lo quieren seguir da vuelta al revés sus pies o
pisa como zorro o perro, el puede cambiar los arboles de lugar y perder
los senderos, así los va llevando al monte, o les hace aparecer algún
pájaro herido y cuando lo siguen también los pierde, allí en el monte
quedan abandonados donde nadie los va a encontrar, los llevara para el
lapachal cerrado. (Monte de lapachos)
Y nuestra resistencia terminaba vencida, se bajaban las
persianas de junco y en la penumbra gracias al Pombero comenzábamos a
leer a Emilio Salgari y otros autores más de esas épocas, o sea debo
agradecerle algunos sueños de niño.
La siesta terminaba a las cuatro (Parecía un toque de
queda) y otra vez al monte, eso sí mirando el suelo ya que seguro
imaginábamos veríamos alguna pisada de pie descalzo que de golpe pisaba
al revés, o se transformaba en pisada de perro o zorro, cuidando de no
contestar los silbidos del Crespín, (pájaro que silba largo y es
ventrílocuo, el silbido viene de varios lados) ya que seguro nos
contestaba y estaba de acuerdo con el Pombero.
Para las seis más o menos volvíamos y era la hora de las lagunas, a dejar allí en un baño previo la mugre que teníamos.
Luego la cena temprana y sentarse en la galería junto al farol a pedir
a nuestro tío alguna historia, se sentaba, prendía un cigarro así nos
contaba del lapachal en el monte, que allí no podíamos ir ya que había
un cementerio guaraní, y no había que molestarlos; y volvía al ruedo el
Pombero, y nos contaba que si él lo vio, que lo corrió a caballo con
los perros pero los perros le tenían miedo, que se volvían; que se
perdió en el monte y los cardos cerraron la picada y no lo pudo seguir
mas, que tenía un sombrero grande de paja, que era muy peludo y de
brazos muy largos, que los pájaros volaban a su alrededor, que además le
dio temor y por las dudas incluso rezo; y para nosotros niños que
nuestro tío hombre grande, bien plantado sobre su caballo con cuchillo y
revolver a la cintura sienta miedo…. Le preguntábamos si era viejo, nos
decía que no, que nunca envejecía que era eterno que llego siguiendo a
los guaraníes, y que si alguna indiecita se quedaba en el monte él le
hacia un hijo con solo mirarla, y el hijo nacía taú (loco en guaraní).
Que desde la vez que lo corrió en el monte prefería no tener problemas y
para hacerse amigo siempre le dejaba en una rama un cigarro, ya que se
volvía loco por el tabaco. (De allí en más algunos cigarros del tío se
perdieron en nuestras manos y quedaban como prenda de amistad en alguna
rama del monte). Cuando veía que teníamos miedo nos decía que íbamos ir
con él hasta la higuera del fondo, donde dormía el fantasma de la Pora, y
con la cola entre las piernas lo seguimos, allí se reía y nos decía que
no hay que tener miedo a nada, y si alguno preguntaba por el Pombero,
cambiaba el tono y decía eso es otra cosa, a ese si de siesta ténganle
temor.
Esa es la historia del Pombero que conozco, tal vez cambiada, tal vez
no pero como toda leyenda seguro va cambiando, aun recuerdo cuando lo
escucho nombrar esas largas siestas, Salgari y el olor del cigarro en
las historias nocturnas .
Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...
Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...
Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...
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