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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

martes, 10 de marzo de 2015

El Negro

El Negro:

Siempre me llamo la atención cercana a la caballeriza del Grupo el Tromen una piedra clavada en la tierra con un espacio que los suboficiales mantenían siempre limpio, en la piedra se notaba grabado toscamente ¡Gracias Negro! una frase que nada dice...



Un día en esas noches de invierno junto a la vieja cocina  les pregunté que significada y comparto con ustedes la historia que me fue contada.

El Negro llego al Tromen apenas destetado, un cachorro mezcla de labrador negro con vaya a saber que perro callejero, se crió en la caballeriza y ya de cachorro aprendió a ser el perro de las patrullas, no bien salían a p?e o a caballo el Negro aparecía junto a ellos corriendo delante o siguiéndolos, ya más grande se volvió invalorable en la cordillera, si el Negro encaraba un manchón de nieve se podía pasar sin problemas, si el Negro se plantaba, seguro era nieve floja y se desprendería.

Cada salida a la cumbre del Lanin lo tenia de protagonista, difícil fotos de una comisión haciendo cumbre sin que en ella no se encuentre el Negro, mas mentado aun cuando más de una vez se "Cerraba" el volcán, o sea se cubría de niebla o viento blanco, para volver y no perderse en los despeñaderos, solo había que seguir al Negro que volvía siempre por el mejor y más seguro de los caminos.

Llego así con los años a perro grande ya viejo, con algunas cicatrices incluso, un jabalí que se cruzo por la picada, una rama de Quila que lo rayo en una caída, etc, ya poco lo dejaban salir y en algunas patrullas lo traían en la grupa del caballo ya que se tiraba al suelo por faltarle fuerzas, vivía un casi justo retiro, junto a la vieja cocina sobre una manta.

Un día paso lo impensable, salió una comisión al Lanin en un día esplendido, debían hacer cumbre, controlar el hito del límite y bajar, cosa fácil, antes de salir ataron al Negro para que no los siga ya que como comente estaba muy viejo; la patrulla estaba en la cumbre cuando el tiempo cambio de golpe viento puelche (Del Sur) y nevizca, que se transformo en viento blanco, en esas condiciones no se ve ni un metro, solo queda sentarse y tratar de abrigarse, rogando que pase y no terminar ni despeñados ni congelados.

En el Tromen se dieron cuenta de inmediato lo que pasaba, no había forma de ayudar a los cinco camaradas que estaban en la cumbre, y el viento no paraba, entonces a uno se le ocurrió la idea  ¡El Negro, el podía bajarlos, fueron a la caballeriza y lo soltaron, dicen que como en sus mejores épocas solo olió la huella una vez y se perdió a la carrera entre el viento y la nieve.

El temporal duro dos días, pero luego de soltar al Negro ocho horas después los cinco perdidos volvieron, el Negro los encontró en la cumbre y los guió en forma segura casi hasta abajo, faltando poco ya se echo y allí murió seguro su corazón no aguanto el esfuerzo, la patrulla venia destrozada pero en una manta envuelta venia su única baja el Negro, no se deja a los camaradas caídos.

Allí supe que hacia esa piedra junto a la caballeriza, allí descansaba el Negro caído como corresponde en cumplimiento de su misión. 

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