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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

viernes, 9 de diciembre de 2016

Sobre tabacos viejas leyendas



Todos sabemos que el tabaco sale de la planta y allí comienza toda una “aventura” que dará por resultado el sabor y la fortaleza que tendrá cuando llegue a los consumidores...



La planta común de tabaco tiene tres partes en sus hojas, de ellas depende bastante la fuerza del tabaco, 1. La parte inferior o sea las hojas más bajas, son pobres en azucares y alquitranes, o sea una calidad pobre, 2. Las hojas del medio, las más largas y anchas, las mejores, ricas en azúcar, almidón y algo de alquitrán 3. Las hojas superiores, normalmente cortas y las angostas, muy ricas el alquitranes y nicotina, una calidad media, usada para dar más fuerza.

Según la zona de la planta de la que se cosechen las hojas, tendremos tabacos de diferente fuerza y calidad. Estas calidades pueden variar de año a año, años lluviosos y de poco sol darán tabacos más suaves, años secos y de sol fuerte darán tabacos más fuertes y mejores para mezclar.

Con el tabaco cosechado ahora viene lo más importante el primer curado o secado, ya que según la forma que seque el tabaco su sabor será muy diferente, así que esta parte es indudablemente un curado.

Algunas hojas de tabaco aun verde se usan para realizar sogas o trenzas de diferente grueso por medio de torsión, donde por la presión de giros los jugos del tabaco irán cubriéndolo, así se fabrica el Andullo y otros tabacos en cuerda.

Las hojas verdes son puestas en manojos atadas en su parte superior, cada manojo va desde 10 a 20 hojas según el tipo y tamaño de las hojas, estos manojos pueden tener tres destinos, curados al sol, curados a la sombre o curados en hornos.

El curado al sol, muy común en nuestro Norte, implica que los manojos son colocados al sol y al viento en alambres tendidos como sogas, o sobre tacuaras en este caso llamadas tijeras, las tijeras tienen la ventaja de que el tabaco es sacado del galpón al sol, y entrado al atardecer, no debe darle el roció ni la lluvia o tendrá puntos oscuros y perderá valor y fuerza, este tabaco se conoce por su coloración marrón oscura casi, es normalmente de aroma fuerte y sabor intenso.

El curado al aire, se colocan los manojos en un lugar o galpón donde circule bien el aire, actualmente se hace bajo nailon transparente lleva algún tiempo y se obtiene un tabaco de color marrón claro, de aroma suave y sabor algo intenso.

El curado con hornos, antiguamente con hornos a leña, pero en la actualidad solo en hornos a gas por un problema de practicidad y temperatura constante, allí normalmente se destinan los manojos de las mejores hojas, el procedo dura entre 10/15 días, se obtiene un tabaco color oro de sabor suave pero de notas intensas en sabor.

Una vez curados o secado todos los tabacos pasan al enfardado por manojos tal cual están, se colocan en la enfardadora que dará presión hasta obtener un fardo perfecto, que inmediatamente es forrado con tela y cosido, de esa forma se vende o entrega a las fábricas.

Este tabaco en fardos comienza un proceso de casi otro curado, ya que luego de un tiempo cuando los fardos son abiertos en las fábricas las hojas deben colocarse en estantes normalmente de metal aireados, y ser giradas (actualmente en forma automática) cada cierto tiempo ya que al contacto con el aire y la humedad comienzan a levantar temperatura que puede llegar a más de 100 grados y producir fuego, eso es indudablemente una proceso químico u otro curado conde almidones y azucare se mezclan.
Bueno hasta aquí lo que sería lo normal y natural de curados de tabacos, luego vendrán cien formas diferente, por calor, por salceado, por ahumado, etc.

Voy a referirme a algunos métodos que pude enterarme y según dicen se usaban en otros tiempo, por eso puse el título de “leyendas”.

Sabemos que algunas fábricas americanas dicen que los indios hacían una perforación en el árbol de arce (maple) lo llenaban de tabaco para que se esa forma la miel del arce impregne el tabaco y le transmita un gusto especial. Sin ser lo mismo según parece el tabaco más apreciado en las misiones Jesuíticas se hacía en toneles donde se colocaba el tabaco ya seco a presión y sobre él se ponían varios panales de abejas con cera y miel, para luego colocar pesos, así el tabaco quedaba guardado meses, luego de un tiempo la miel y la cera seguramente penetraban al tabaco, estos toneles eran embarcados a los puertos para la venta.

Otras historias hablan de que el Cavendish lo invento Sir Thomas Cavendish.

Según parece el señor hacia transporte de tabaco desde Virginia (EEUU) a Inglaterra, además abastecía a Virginia de whiski y ron, así que el tabaco era colocado a presión dentro de barricas que aún estaban húmedas de alcoholes, luego de los días de navegación se encontraban con un tabaco que había precipitado un sabor excelente, de allí en más, mas líquido, mas azucares, mas especies, etc.

Sin llegar a los métodos del caballero Cavendish, según me contaban y algo llegue a ver en el campo existían dos formas, una cuasi industrial y solicitada por la British Tabacco que en esas épocas compraba tabaco a Corrientes, ellos pedían que los fardos de tabaco sean desarmados y las hojas colocadas en unos cajones de más de tres metros de alto por tres de ancho, allí cada capa de tabaco se regaba con algo similar al whisky que proveían la British, luego por palancas se efectuaba presión y todos los días se medía la temperatura, cuando llegaba a los 90 grados se abría y volvía cargarse repitiendo este proceso unas cuatro veces, el tabaco así procesado se enfardaba y directamente salía del puerto de Goya a Inglaterra, el olor que despedía era a fuerte chocolate. El lugar donde se hacía en un pueblillo de campo que casi no existe Gobernador Martínez.

La otra forma que me contaron y algo llegue a ver, era tener el tabaco colgado en los manojos ya seco, en ese estado todos los días se lo rociaba con una vieja máquina de fumigar cargada nada menos que de caña blanca, no sé si sería parejo, ya que el rociador siempre me parecía afecto a probar si el líquido estaba a punto. Algunas veces se mezclaba la caña con melaza de caña de azúcar, el tabaco absorbía y lo sobrante goteaba, luego de unos días se colocaba en paquetes y se vendía, el curado con melaza y caña llegue a probarlo, tratándose de criollo diría que era excelente, especial y muy puro con muchas notas de sabor. Este tabaco que si bien circulaba en los negocios, normalmente era preparado para las tabacaleras.
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