Estimado, Corrientes, el Viejo Taragui de los
guaraníes,
o sea la tierra sin mal, según dicen sus antiguas leyendas
aferra a los que allí nacen con un paye, esa brujería guaraní, que se te
queda en la sangre, y te hace sufrir por ella cuando estas lejos, que
cuando suena su música hace que se te atragante la garganta en su grito
ancestral el Sapucay.
Es una tierra pobre dura, quebrada por el sol, llena de esteros y
montes, donde ese sol que quema calienta a veces la sangre de sus
hombres y se cruzan en la Ley del fierro punta solo por un color de
pañuelo o una moza.
Una tierra que su olor parece circular en la sangre, sabes que es tu
tercera madre, ya que la primera fue la que te trajo al mundo, la
segunda es la Tupasy aquella señora del Norte que en Itati reina, y la
tercera es esa tierra, en la que se nace y si la suerte quiere se vuelve
a ser parte de ella.
Un lugar con una lengua propia, más dulce que el castellano herencia de
la antigua raza, aquella que no sirvió para esclava y dio hasta la
última gota de su sangre a los ejércitos de la Patria, una raza que
desapareció, por decir… se enamoró de una bandera y fue con la Patria.
Una tierra llena de leyendas y misterios, donde a veces en sus noches
cuando Yasi la luna alumbra los campos las leyendas se juntan con la
realidad.
Y parece que soy fanático? No lo soy, no puedo serlo, solo puedo ser orgulloso de que Dios me permitió nacer allí.
Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...
Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...
Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...
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