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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

domingo, 16 de julio de 2017

Qué 4x4!!!!

Vinieron a mi recuerdos de aquellas patrullas en mula en plena Puna, pero específicamente entre varios mulares que monte, de una en especial.


Año 72 +/- por alguna razón aterrizo como Jefe de Sec Yavi, la Sección que estaba en el edificio que supo ser de aduanas, un lindo y cómodo cuartel algo frio, con un corral detrás donde teníamos unas ocho mulas y una llama, mas mañera y mala que las mismas mulas.

Cuando pedí como estaban asignados los mulares me trajeron la lista, que tal al Sagr Ay Gómez, que tal al Sarg Poblete, que la otra al cabo Sisternas, etc en síntesis cada mula tenía su “dueño” solo quedaba libre un macho que sobrepasaba en alzada unos 20 o más cm a las otras mulas, de amplio pecho y cuello muy fuerte, que según me dijeron “era para el Jefe de Sección”

Bueno, mirando como mañereaban los otros mulares para montarlos y ver este con el físico que tenía y que aparentemente era el “jefe” del corral, además de notarse que no estaba montado hacia algún tiempo fue fácil imaginarme que la tropa me tenía reservado algún cuerpo a tierra en medio del corral, pensé “hay que pagar el derecho de piso”.

Yo venía de hacer un curso de amansamiento de potros en Campo de Mayo, pero una cosa es un potro sin maldad alguna y otra muy diferente y sofisticada en mañas una mula, de todas formas la mejor enseñanza del curso fue “mil y una formas de caerse de la montura sin estropearse demasiado”

Llego el momento que tenía que probar que pasaba así que con el Gend Leguizamon el encargado de caballeriza me fui al corral, comencé a ensillar despacio con el mulo tambeado en un palenque, esperando al poner cada prenda de la montura alguna patada o mordisco, pero nada, llego el momento de la silla y la cincha y allí si me acomode, pero nada, ajuste y luego golpee con la rodilla la panza del mulo para que afloje y poder reajustar, tampoco reacciono, puse el freno y no quedaba otra tenía que montar. Coloque la punta del pie en el estribo cosa de desenganchar fácil, tome impulso y listo ya estaba sentado, el mulo una estatua.

Yo tenía colocados espolines mudos, pero no me anime aun a usarlos así que apenas tocando lo hice caminar por el corral, perfecto un hermoso y cómodo paso, pedí al Gend Gómez abra el corral hacia la calle y lo saque caminar, un animal dócil y de boca suave, encantado con él lo puse al trote y parecía casi un caballo, cada vez me sentía más cómodo y comencé a pensar que mal haberme imaginado que me dejaron lo más chúcaro e indócil, que buena gente, me habían dejado el mejor montado.

Lo pasee un rato al trote por el pueblo y finalmente decidí ya seguro probarlo a fondo, en una calle larga cerré espuelas y me incline hacia adelante y el mulo salió en un veloz galope largo, lo disfrute, pero la calle se terminaba así que tire riendas para frenarlo….. nada, no frenaba, entonces tire solo una con el fin de hacerlo entrar en círculo, nada, lleve la mano adelante y tome una argolla del freno con eso doblo el cuello, pero seguía galopando hacia adelante, vi la pared de adobe que se venía y largue la rienda ajustándome a la montura a lo que seguro sería un golpe al doblar cerrado, pero también me equivoque, no doblo, y me encontré entre pedazos de abobe en el patio de una casa esquivando una soga de ropa lavada, con la dueña de la casa a los gritos.
No me había equivocado, la tropa es la tropa y alguna tenía sorpresa para mí, imagine que estaban todos expectantes a ver cómo y si volvía.

Volví al corral, desensille, lo raquetee y di agua, y como para no dejar dudas ordene que nadie toque el mulo que sería mi montado y no quería que me lo llenen de mañas. Creo que allí me gane el 60% del respeto de varios.

Durante esos casi dos años fue mi montado asignado, lo entendía y el a mí, yo aprendí que el chiste de las espuelas no eran para él y que si quería doblar igual que un auto unos cuantos metros antes tenía que hacer algunos rebajes, supo dejarme sentado (Otras acostado) en el suelo algunas veces, pero según los expertos de la Sección no entendían como tan pocas veces ya que tenía su fama. También aprendí que de verde podía acercarme, pero si vestía de civil, más vale quedarse lejos, ya que con una precisión asombrosa podía sacarse una mosca de la oreja con una patada, eso sin contar el mordisco y los manotazos. Un detalle un goloso, las manzanas y los terrones de azúcar lo volvían loco, me empujaba con el hocico hasta que le daba alguno.


Como mi familia estaba en la Quiaca ya que en Yavi no existía ni se conseguía una vivienda solía salir a eso de las 2100 hs con el mulo a paso tranquilo, sabía que cortando en línea recta por el campo tenía unos 13/14 km, y que a buen tranco tardaba menos de una hora, dejaba el mulo en la casa de una pobladora a la entrada que me lo cuidaba (pago en verde – coca-) , y a eso de las 0500 hs salía de la Quiaca a Yavi, (Todo congelado) normalmente cubierto con la manta poncho y las riendas sueltas, ajustaba el paso, prendía mi pipa y me dormía parte del trayecto, si sentía que el mulo temblaba y al mirar veía las orejas bajas seguro unos cien metros adelante abría gente o algo que no era lo normal, si abre cortado recuas de burros cargados con coca a esas horas gracias al “radar” del mulo, se podían esconder en zanjas o quebraditas, el mulo era peor que un perro para detectarlos.

En una oportunidad camino a Cajas con el Cabo 1ro Poblete, decidimos cortar camino por un faldeo, cuando estaba en la mitad a unos 60 mts el mular de Poblete que marchaba delante desprendió una laja muy grande y se me vino encima, el mulo desbarranco conmigo montado sin darme tiempo a tirarme, no giro o se volteo, solo se afirmó en sus patas sentado y bajamos los 60 mts “derrapando”, llego al suelo conmigo en la montura, se paró se sacudió y volvimos a trepar el cerro. Si ese accidente me ocurría con un caballo seguramente ni yo ni el caballo la contábamos.


Pero como ya se dijo, una época del GN que quedo atrás, seguro aún se usan en algunas jurisdicciones difíciles para cualquier medio, pero no para el todo terreno de 4 patas que es la mula. 





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