En la segunda foto vendedoras con su mercadería, hacen diariamente 20 km para ofrecer sus productos en Puerto Príncipe, y no siempre los venden.
En la primera pare el vehículo y me quede conversando, se expresaba en Creoles idioma oficial, mezcla de dialecto africano y francés, un agricultor que venía de 30 km a pie para comprar algunas semillas, se sentó cansado y saco una vieja pipa, a la que al romperse la boquilla supo tallar una de madera perforada, la cazoleta venia de otras épocas muy lejanas, según el tallada de una madera que trajo el mar, tenía un tabaco picado que era resto de habanos dominicanos que compraba a un hotel de lo que tiraban los huéspedes, una bien cuidada caja de fósforos y para pisón un dedo que creo ya estaba deformado por el calor y la presión.
Charlamos un rato entendiéndonos pese al idioma, me acepto una carga de tabaco que tenía en mi tabaquera, seguro un latakeado, y le deje mi encendedor BIC, un lujo impensable para ese lugar, además un botella de agua mineral que allí se cotizaba en la calle 20 dólares pese a que en la base la pagábamos 3 centavos dólar, allí en agua potable no existe. Estaba seguro que cuando me fui la vendió, pero un poco esa fue mi idea.
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