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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

sábado, 14 de octubre de 2017

Ficción... solo ficción.



Aclaremos que esto es ficción, un invento de mi mente, es imposible que pase y no paso, y si algunos escucho sobre el tema seguro era mentira. Los que por esa época pasaron por el E 21 saben que es así.

Allá por el 72, una camada de Subalferez haciendo el curso en el E 21, casi medio año, estamos en junio, en la Quiaca como siempre invierno, ya que como estaciones allí solo había el invierno y la del Ferrocarril, frio seco, pero frio en serio.



Las 2200 horas, unos Subalferez que fueron a tomar un café al Argentino frente a la Plaza, se retiran cansados, todos lógico de fajina y con armamento, otra ropa para qué. Uno de ellos queda haciendo tiempo esperando nada, pero mejor el nada que la rutina de volver al casino, cenar y dormir temprano.

Pasan las horas y de golpe frente a la confitería estaciona un auto importante, un modelo moderno, de allí bajan tres personas, dos hermosas mujeres y un hombre, riendo entran a la confitería, se sientan una mesa más allá del Subalferez, el hombre pide un whisky de marca, las mujeres jóvenes las dos una gaseosa, el hombre notablemente besa y hace cariños a una de ellas, la otra queda fuera de eso y se dedica a mirar para otro lado.
Tenía que pasar, en una de esas miradas para “otro lado” su mirada se encuentra con la del Subalferez, el sonríe la dama también, cambian miradas y sonrisas por un rato, de golpe el hombre que llego se pone de pie y se dirige a la mesa del Subalferez, se sienta y en voz baja le dice más o menos:

- “Mira yo estoy enganchado con una, la otra no sé qué hacer, porque no te sentas con nosotros y me la despegas”- lógico al instante en la mesa eran cuatro.

El Subalf no podía creer en su suerte, la dama era hermosa y todo indicaba que había una total afinidad, incluso mientras la otra pareja se hace mimos la dama permite algunas caricias, pasa algún tiempo hasta que el hombre se para y dice salgamos de aquí, vamos en el auto a un lugar tranquilo, así lo hacen el dueño del auto pregunta si el Subalf sabe manejar, este dice que si entonces le dice: -“maneja vos pibe, yo voy al asiento de atrás y voy a estar ocupado”

El Subalf arranca y comienza dar vueltas por la Quiaca, en el asiento de atrás algunas cosas pasan la dama a su lado se queja de estar poco atendida por la distracción de manejar, pide ir a un lugar tranquilo, desde atrás el dueño del auto está de acuerdo y dice que vayan a un hotel.

En esa época con el nombre de hotel en la Quiaca solo en Crillon, pero allí una de las damas dice no estar de acuerdo, que la conocen, que es medio pariente de los dueños y le da vergüenza, etc, etc.

El Subalf desespera, su suerte se le escurre, pero salvadora su acompañante hace un propuesta, dice recordar que una vez que viajo a la Quiaca se alojó en Villazon en el hotel Cortijo, la otra dama apoya la propuesta, el Subalf encara entonces para el Pte Internacional.

En ese época los Subalferez no podían pasar a Bolivia de noche, solo podían hacerlo autorizados por el Jefe de Escuadrón, de todas formas prueba, se acerca a la Guardia, se baja y explica su situación al Sargento a cargo, le dice que serían solo unas horas, el Suboficial entiende el tema (Como no entenderlo) y baja la cadena dejándolo pasar.

La Guardia Boliviana casi no existe, solo un integrante medio dormido sale, alumbra el interior anota documentos y abre su barrera, por fin vía libre.
Llegan al Cortijo, piden alojamiento las damas se retiran a las piezas y los dos hombres quedan en el bar para darles tiempo, allí el dueño del auto le dice:

- “pibe los gastos de alojamiento corren por mi cuenta”- el Oficial respira, como todo Subalf no le sobran mucho los pesos.

Luego de una copa los dos se dirigen cada uno a su pieza, el Subalf entra, comienza a quitarse la ropa cuando la puerta se abre de una patada y entran varios policías bolivianos pistola en mano, no hay muchas explicaciones, lo tiran a él y la dama sobre la cama, los esposan y los empujan hacia afuera, el Subalf protesta pero un golpe lo hace dejar de hacerlo, en la caja de la camioneta están ya el hombre del auto y la otra mujer.

Como Jefe de Puente a las 0730 hs llego para hacer izar la bandera y recibir novedades de las guardias, el Jefe de Guardia saliente pide hablar conmino aparte, le digo que sí, ordeno a los demás que salgan y allí me informa “El Subalf fulano anoche paso a Bolivia en un auto con dos mujeres y un hombre, una de las mujeres seria la novia del Subalf, aun no volvió”, no entiendo, pregunto porque lo dejo pasar si conoce las ordenes, me explica, lo entiendo, pero…. Las órdenes no están para entenderlas a veces, solo para cumplirlas.

Miro la hora ya más de las 0800, quiero creer que se le hizo tarde y para llegar más rápido a formación cruzo por el Rojas, así que voy al Escuadrón, pregunto por el Subalf y me dicen que no formo, que está sin causa, no se puede esperar mas, paso hacia el despacho del J Esc y le doy la novedad, el Jefe ordena que lo busquen en el Casino, de allí vuelven sin encontrarlo, me pregunta cómo son mis relaciones con las autoridades de Bolivia, le expreso que normales, me ordena que cruce y pregunte a ver que saben ellos.

Voy a Villazon, directamente a la jefatura de policía, allí me atiende un Mayor, que me convida un café y luego de algunos protocolos pregunto si saben algo del Oficial, el Mayor me mira y me dice si está detenido como cómplice de “fulano” un traficante que tenían con pedido de captura, él le manejaba el auto y en el baúl había dinero y documentos para pagar unas operaciones ilegales, trato de explicar algunas cosas, y pido verlo, me dice que es imposible que ya trasladaron los detenidos por su peligrosidad a Oruro.

Regreso a dar la novedad, dudo, no sé si voy directamente al despacho del J Un o paso primero por enfermería y pido el tubo de oxígeno, no sea que el Jefe se me infarte y no todos los días se consigue un J Esc, entro e informo, no se infarto, pero cerca estuvo, va a la radio, me ordena lo acompañe, habla con el J Agr, que luego de algunas consultas (Y algunas palabras que preferí no escuchar) le ordena viajar a Oruro y tratar de recuperar el Subalf.

Salimos a Oruro casi a la hora, llegamos a la noche, buscamos un hotel y contactamos a un argentino que hacían de cónsul honorario, por el averiguamos un poco más, luego de una noche corta al otro día a primera hora comenzamos los trámites con los buenos oficios del cónsul, en la policía no tuvimos muchos resultados, si pudimos ver un instante al Subalf como cortesía ya que estaba incomunicado, se veía mal y tenía un hematoma sobre un ojo, de allí por indicación de las autoridades de policía fuimos a ver al magistrado, yo permanecí fuera de la oficina, la reunión fue entre el magistrado y mi Jefe, casi duro una hora, y fue positiva.

Con una autorización de libertad volvimos a la policía y lo retiramos, declinamos una invitación del Jefe de Policía a cenar y salimos para la Quiaca. En el viaje nos fuimos enterando de la aventura con más detalles.
Habíamos ya cruzado la frontera cuando el Subalf, se sobresaltó y recordó que no le devolvieron la pistola provista, allí casi volvemos a perder al Jefe de Unidad, que poco más le ordena se vuelva caminando a buscarla.

Al otro día me volví a mis problemas del Puente y no supe más del tema, habría pasado una semana y apareció un pasero que quería hablar conmigo, me explico que un familiar “encontró” una pistola que decía Gendarmería, que la quería vender, y me dio un papel con el Nro, con eso fui a ver al J Un, era la pistola del Subalf, el Jefe Un llamo al Subalf y le ordenó que me acompañe y compre la pistola al precio que sea, fuimos nuevamente al Puente, mandamos a llamar al pasero y comenzó en trámite, si reglamentariamente una pistola a cargo por perdida valía tres veces su valor (Como se cobraba en esa época, más una sanción, mas perdida de un ascenso) el pasero pedía ocho veces su valor – indudablemente lo habían mandado a vender sabiendo que tendríamos que comprar – regateos más regateos menos el pago fue ese unas ocho veces su valor.

El Subalf aporto el dinero luego de conseguirlo y en el medio del puente recibimos la pistola, el Jefe Un más tranquilo considero que el pago era cuestión y a cargo del Subalf para que aprenda, se llevó además unos cuantos días en una causa que nada decía, y se vio seriamente afectado en su orgullo de galán.

En fin solo ficción..


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