Bajo Paraguay allá
por los 60/70, uno aun Subalferez con olor a Escuela, y suboficiales que eran
verdaderos baluartes en lo suyo, algunos los recuerdo perfectamente otros los
años hacen que me sea difícil juntar una cara y un apellido, pero los recuerdos
aun escondidos siempre están y por allí brotan sin que me dé cuenta...
No nombraré a todos
los que recuerdo, ya que en ese caso aburriría a cualquiera, prefiero recordar
a dos de los que aprendí bastante.
Galván por ejemplo
Subof Pr el sueño de todo instructor de sumarios, el secretario ideal, (Época
de los sumarios con márgenes según papel romaní y siete copias de sinopsis en papel copia) Galván sabia no solo de
memoria las diligencias, además sabía en qué punto, inciso y Art del CPC
estaba, sumado a una biblioteca que conocía perfectamente respecto a boletines,
publicaciones, etc, si oficiaba de Secretario difícilmente el sumario tendría
alguna crítica y el Juez Federal lo tomaba como se elevo.
Pero y siempre hay un
pero, resulta que en esa época las viejas maquinas de escribir, esas negras
Reminton, Underwood, Royal, etc no solo
eran pocas, la mayoría no funcionaba, así que o comprábamos una maquina o
debíamos tratar de usar alguna de las provistas cuando se desocupaban, la mejor
lógico era la de Galván que adema escribía al tacto, o sea sin mirar el teclado,
así que no faltaba el incauto que aprovechando cuando no estaba trataba de
ocupársela, grave error, Galván había tomado la precaución de sacar las teclas y cambiarlas de lugar así
que los que escribíamos con dos dedos y mirando el teclado estábamos fuera de
concurso, imposible usarla.
Otra característica
si uno por allí le preguntaba que correspondía por ejemplo en caso de una
detención, el nunca lo decía en “texto claro” solía contestar con un “Mire, fíjese en el BPGN Nro …. Allí dice
algo, y luego vaya al BPGN Nro….. que explica otros aspectos” en resumen uno
salía tal cual entro solo con dos problemas más ir a buscar los boletines y
rogar que no los tenga alguien.
Pero algo en claro,
de esa forma uno aprendía yo al menos luego agradecí todo lo que me enseño.
Por otro lado estaba
la Brigada, o sea lo que sería un órgano de reunión, pero más light, primero
los mandábamos a apostarse frente al Banco o al Juzgado y más tarde de civil a
pasar desapercibidos y recorrer la costa, el encargado Subof Pr Candía, del
cual recuerdo una anécdota interesante.
Existía el dato que
por la boca del riacho Formosa que estaba más allá del Bajo Náutico ingresaría desde un barco un cargamento de armas para
los asilados oponentes al gobierno del Paraguay, resultado se ordeno montar por
la noche una serie de puestos en el lugar con el fin de realizar la captura.
Partimos con Candía y
unos cuantos Suborf y Gend mas para el lugar, lo primero debimos salir desde el
puente sobre la ruta Nac 11 hacia la desembocadura, el camino más largo y lleno
de esteros; imposible hacerlo por el
camino del Bajo Náutico ya que allí en esa época había algunos locales con
niñas que se dedicaban a la tan antigua profesión, y como los clientes hacían
turno en la calle sería imposible pasar desapercibidos.
Ya en el lugar que aparte de unos metros despejados de costa estaba cubierto en su totalidad de un carrizal de más de dos
metros de alto, surcado por un sin número de sendas angostas que usaban de día
los paseros, el único lugar alto era un
árbol de curupí, así que allí debíamos apostar un hombre para que pueda
observar si se aproximaba alguna canoa, la elección recayó en un Gend Avalos,
que portaba una carabina hombre corajudo si los había, grandote y de buen
físico, pero al ir a subir al curupí se encuentra con dos cruces plantadas al
pie del mismo, cuando pregunta que eran, Candía no tiene mejor idea que decirle
“Dos que ahorcaron en el árbol, suelen salir de noche a llorar”, ya cuando
estábamos apostados juntos con Candía donde comenzaban los senderos le pregunte
por el tema, y chacotero como era me dice “Sabe que muy grande y muy corajudo
pero arrugo con las cruces”.
No hablamos mas y
permanecimos en silencio sin hacer casi ruidos esperando, cuando habían pasado
algunas horas y con un poco de luna comenzó un viento suave que movía los
carrizales, desde donde estábamos con
Candía, vimos pasar casi pisándonos a una mujer que llevaba una bolsa de harina
o algo parecido en la cabeza, iba desde el camino del Bajo Náutico hacia el rio
por las sendas, seguro comenzarían a apilar bolsas para cargar una canoa de
contrabando, con Candía comenzamos a discutir en voz baja si eso nos
perjudicaba o no, ya que si habían contrabandistas por allí se confiaban y se
largaban con las armas o caso contrario al ver gente no cruzaban.
Estábamos en esas
disquisiciones cuando escuchamos “Alto Gendarmería”, un disparo de carabina y
un grito de mujer salimos corriendo y en el sendero estaba sentada la mujer que vimos
pasar en medio de un manchón blanco de harina que aun a la luz de las linternas
volaba por el aire, la pobre estaba muda
toda ella parecía pintada de harina, fuimos hacia el árbol que estaba a unos diez metros y de donde vino el
disparo, y allí estaba Avalos aferrado al mismo, cuando le preguntamos a que le
tiro, con voz trémula nos dijo “Al fantasma que de blanco corría por sobre el
carrizal”
Estaba claro, la
broma de Candía de los ahorcados, el alto del carrizal y por sobre él una cosa
de color blanco que se movía. Menos mal que Avalos apunto al centro del
“fantasma” que si apunta al pie…..
Esos viejos Esc
indudablemente tenían historias y muchas, con
personal antiguo normalmente, allí uno que salía de una escuela venia a
ver la Gendarmería de verdad, comenzaba a aprender y a formarse en lo que la
teoría no contemplaba, la realidad y el terreno.
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