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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

domingo, 21 de mayo de 2017

Cocinero de campaña



    Paso Mamuil Malal, allá por 1978, mes de diciembre, unos 200 hombres del equipo “Tromen” en la primera línea contra el límite, del otro lado trincheras de los vecinos de este lado las nuestras. Cinco kilómetros detrás nuestro el RI121 movilizado.


GNA hacía de primera línea, en un primer momento cuando se reforzó el paso los efectivos eran todos del E 33 pero con el paso de los días comenzaron a llegar contingentes de refuerzo de diferentes lugares, una gran mayoría de unidades de Buenos Aires, ya sea de Campo de Mayo como de la DNGN.

Los oficiales éramos cinco, yo  2do Cte, un 1er alf Barrios del curso de la Ec Superior, y los Subalf recién egresados Gasparin y Bergues, sumado al 1er Alf Medico Stocchetti. El 2do J Un que en un primer momento se encontraba a cargo fue replegado a ocupar otro sector del límite.

En las primeras líneas de trincheras cubriendo el abra del paso, los  Sarg Zotelo, Sanchez y Vilchez, los Cabos Jara y Campos, como encargado el Sarg Ay Lobos, a cada uno de ellos por sus conocimientos de la zona se les fueron agregando los efectivos que recibíamos.

Como bien sabemos el gendarme es un buen elemento en campaña, en este caso de un posible conflicto indudablemente invalorable por sus conocimientos de sus zonas, pero siempre fui in convencido que su buen rendimiento tiene bastante relación en un estómago lleno, así que mi preocupación más allá de los táctico estaba en conseguir la comida y mantenerlos  bien alimentados.

Las primeras raciones frías si bien de buena calidad no satisfacían del todo, de tal forma que hasta que llegue la siempre lejana columna de apoyo de racionamiento del EA por medio de unos ganaderos amigos conseguimos tener una muy buena ración de carne fresca que se consumía caliente, ya sea asada o de otras formas, el problema era que no teníamos cocineros, dos o tres gendarmes con muy buena voluntad se ocupaban de cocinar para el resto, a veces bien y otras no tanto.

En unos de los contingentes apareció lo que pensamos seria la salvación nada menos que un Sarg Cocinero que venía de la DN, cuando supimos su especialidad de inmediato lo convocamos a la cocina explicándole lo que esperábamos de él, el hombre no parecía muy convencido, protesto por la cocina, por los elementos para ella, la falta de ayudantes, etc, pero sin muchos miramientos fue a parar allí.

La primera ración  que hizo recuerdo que fueron milanesas, que a partir de medio día se distribuyeron por los diferentes sectores, yo estaba recorriendo uno y me encontré que nadie las había comido, pregunte la causa y me pidieron que pruebe una, imposible comerla todas estaba muy pasadas en sal, volví a la cocina indignado, nada peor que dejar a la gente sin racionar y más grave  aún desperdiciar tanta cantidad de comida.

Después de escuchar todo lo que yo tenía que decirle el cocinero se defendió explicando que no estaba acostumbrado a cocinar para tantos, que normalmente lo hacía para unas diez personas, no quede convencido y ordene que se prepara de inmediato otra ración que seguramente podría distribuirse ya pasada media tarde, teniendo en cuenta que el personal estaba con el estómago vacío.

La segunda ración del día fue un guiso, me encontraba en el terreno así que cuando volví al Grupo ya se había distribuido, tome mi marmita y fui  la cocina a servirme, intragable, se había usado seguramente carne con olor, además de ají molido sin límite, al rato regresaron los que llevaban las raciones a la primera línea con las ollas sin distribuir, el personal luego de probarlo se había negado a comerlo y con bastante razón.

Allí el tema con el cocinero fue diferente, tenía mis hombre sin racionar todo un día, ordene distribuir carne cruda para asar y llame al cocinero, me trato de explicar algunos cosas pero creo que ni lo escuche, si no sabía cocinar o no le gustaba, ningún problema a cambiar el cucharon por un FAL y a la línea de trincheras.

Estimo que mi error fue no darme cuenta que mandaba al responsable  de un día sin comer junto a los damnificados, y  conociéndolos debí haber pensado que alguna “factura” le cobrarían.

Pasaron las horas ya de noche y luego de recorrer algunos sectores volví al Grupo donde me senté con el Sarg Ay Lobos a tomar unos mates y cambiar opiniones sobre varios temas,  ya pasada la media noche cuando en un sector escúchanos algunos disparos, si bien se alertó a todos los sectores, no existió la señal convenida de ataque o alarma, así que se despachó un vehículo a verificar que había pasado, el vehículo volvió con la novedad que se habían realizado unos  tiros contra un bulto pero que resulto una falsa alarma ya que no era nada.

Ya tranquilos seguimos con el mate y conversando cuando por el camino vemos llegar a un hombre corriendo, venia despavorido, con la ropa rota y un susto tremendo, era el cocinero, cuando se repuso solo explico que se había perdido al salir de la trinchera y se asustó que corrió por el monte hasta ser encontrado  por  una patrulla de las que recorrían de noche  que lo oriento hacia el Grupo, ordene que quede a descansar, lo vea el médico y no muy convencido deje para averiguar qué había pasado para el otro día, con los problemas que tenía este solo era uno más, y no el prioritario.

Al otro día me estaba afeitando cuando apareció el Sarg Ay Lobos con el cocinero, Lobos me explico que el hombre reconocía sus errores, que quería volver a la cocina y que no tendríamos quejas sobre él, Lobos agrego que estimaba estaría bien, respete su criterio, y solo advertí al cocinero que una sola ración mal hecha y en vez de volver a la primera línea conocería el calabozo del Grupo.

Las cosas funcionaron y realmente se comenzó a comer de primera, así que creo ni recordé en los días que siguieron el incidente.

Pasados algunos  días estaba cenando en una de las trincheras cuando salió tema del cocinero, así me entere lo ocurrido, el pobre hombre cuando fue destinado allí no fue muy bien recibido, le ordenaron que se fuese a dormir ya que por la noche tendrían novedades, al padecer lo despertaron ya oscuro y le explicaron que se había infiltrado un enemigo, le dieron una bayoneta y le indicaron que con otros integrantes  debían salir a neutralizarlo sin hacer ruido, el hombre se negó diciendo que él no era un combatiente, por lo cual fue “reconvenido” y alertado de las medidas que tomarían si desobedecía  una orden, salió arrastrándose con los demás y cuando estaba a unos 100 mts le hicieron unos disparos al aire altos a las ramas de los árboles, pensando que asustado volvería a la trinchera pero salió corriendo hacia el monte, no lo pudieron encontrar hasta que la patrulla que lo encontró les aviso que estaba en el Grupo.

Me quede pensando que medida tomaría, el “chistoso” era  uno de los Sargentos el mejor Jefe de Sector que tenía, ya sea por la forma que manejaba y lideraba sus hombres como por como conocía el terreno, no podía prescindir de el ni dejarlo mal parado delante de sus hombres, así que me fui hacia su  Sector, lo llame y le pedí que me acompañe a caminar un rato, en esa caminata lo “subí y baje” varias veces, el reconocía que cometió un error, pero que estaban muy molestos por no haber racionado todo un día y los “humos” que tenía, le di hasta cierto punto la razón pero fui claro con lo que pasaría con otro chiste similar, ya que en este caso salió relativamente bien pero podría salir muy mal, me entendía perfectamente, así que aclarado el tema le ordene que regrese a su puesto, cuando ya se alejaba como al descuido le dije “Usted parece Petrona Galdulfo, en una clase le enseño a cocinar”, creo que hasta las trincheras del oponente se escucharon las carcajadas.

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