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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

lunes, 22 de mayo de 2017

Ñandubay



Se llamaba Braulio Salas, lo llamaban Ñandubay, vaya saber cuándo y dónde había abierto los ojos a la luz en la  tierra guaraní aquel muchachón recio y valiente que había entrado a la guerra como quien viene a un baile. Gurisito nomas, había llegado un día a Mercedes desde el Paiubre. Venia sin nombre y sin camisa. Lo único que llevaba encima y mucho era hambre; golpeaba puertas y decía – Deme un cinco pues para comprar algo… - Algo que? Le pregunto el viejo Salas – Y che Patrón… no ha de ser una casa…. Un pedazo pan nomas…

El cunumi hambriento había ido a golpear una puerta que no estaba tachonada en lujos, pero detrás de ella latía un corazón cristiano, el de don Braulio Salas, Viejo criollo, famoso domador del pago en tiempos juveniles, que ahora se estaba sintiendo caer. Y vio cara de hijo a aquel muchacho hambriento que se acercó a su rancho: - Queres quedarte aquí?, comida tengo, techo también… a lo mejor vos andas sin casa….
-      Así es patrón - respondió el chico.
-      Si no te aburre la compañía de un viejo vas a tener con quien hablar …y yo también….
Y el viejo Salas tuvo un hijo y un hijo como él había soñado, sin achiques y sin dobleces, fuerte para el trabajo y amigo de lo que a él le gustaba. El cunumi se hizo grande y entro a medirse en las domas. El viejo Salas lo seguía de cerca.
Aferrado al potro hasta dejarlo manso, - Dale Braulio, lo tenes muchacho. Cha digo es más duro que Ñandubay. Este me va a tapar la fama, decía orgulloso el viejo.
Y le tapo la fama, lo que el viejo le ensenaba el muchacho lo multiplicaba por diez. De leguas traían los caballos más rebeldes para que el entre caricias y doma los dejase como seda. Y aprendió otra ciencia gaucha, el rastreo. Hasta en el estero donde el agua lava las pisadas Ñandubay encontraba los rastros.
-      Por aquí pasaron tres, y de a caballo, el de la izquierda no es caballo criollo… es más grande y más pesado. –Y de dónde sacas eso? Preguntaba el viejo para ponerlo en apuros. – Está escrito en el barro, y no hace tres horas que pasaron, en tres horas el pasto fresco se levanta con el agua, y este todavía esta aplastado.
Se le alegraba la vejez al viejo Braulio viendo lo bueno que le había salido el guri. Por eso un día cuando sintió que la vida le decía basta, le dejo al muchacho todo lo que tenía, un apero, dos mantas, una pava ahumada, un tirador de cuero crudo y un nombre: Braulio Salas.
-      Úsalo vos muchacho le dijo, no tiene campos alambrados, ni papeles de herencia, pero está limpio.
Y se volvió a quedar solo en la vida, pero ya no era un guri con hambre, era un mozo alto y fuerte, domador y rastreador sin par. Ahora era Ñandubay como le decían, aguantador de dolores, cansancios e inclemencias.
Un día vio pasar una tropa formada, - Que es eso pregunto a un vecino? – Es el seis de infantería. Van a la guerra. Le contestaron. Vio la bandera la bandera de su Patria flameando al frente.
Aquella noche Ñandubay no pudo dormir, se le poblaban los sueños de recuerdos que no eran suyos, pero que estaban vivos en la voz del viejo Salas. – Cuando yo fui a la guerra con el Coronel Berón de Astrada, allá por el 39, me toco el entrevero de Pago Largo. Pucha que era fiero y era lindo, las balas menudeaban como granizo y cuando no había balas había lanza… la muerte le pasaba a uno al lado y le hacía cosquillas.
Eran hazañas de héroes que morían gritando – Viva la Patria, viva Corrientes. Y en la historia se mezclaban nombres de jefes que le ponían el pecho a la muerte, Isidro Pucheta, Juan Ocane, Tiburcio Rolon, Antonio Navarro.
También historias de aquel abuelo del viejo, que había sido granadero, que cruzo los Andes y volvió cansado y lleno de cicatrices con mil historias de hombres de coraje.
Y con ese calor en el pecho Braulio al otro día se presentó a un capitán del Seis de Infantería – Yo quiero anotarme en el regimiento capitán – Muy bien sé que vas a servir ya que dicen que sos baqueano y rastreador. – Pero yo quiero ser soldado che capitán – y claro que vas a ser soldado, - Pero con armas y peleando che capitán – Está bien, cuantos años tenes? – Dieciocho o veintidós, no sé bien – No importa, sos un hombre y basta, anótelo sargento.

Desde ese día Braulio Salas alias Ñandubay que se metió en la guerra como quien va a un baile estuvo en todas las batallas del bravo Seis de Infantería. En Yatai, en Uruguayana, Paso de la Patria, Estero Bellaco, en Tuyuti, en Curupaiti y en todas salía delante de cara al enemigo al grito de Viva la Patria, Viva Corrientes.
Muchos asombrados le decían, pero Braulio, esos de  la trinchera de enfrente hablan tú mismo idioma, él sonreía y contestaba, no es el mismo, es diferente, además tienen otra bandera y ellos invadieron Corrientes.
En un alto luego de Tuyuti, el Mayor Bernal, lo mando a llamar,  -Mira Braulio esto está resuelto, te mando a Curuzu por un mes nomas,  - Pero si no me han muerto mi Sargento Mayor, puedo seguir peleando. – Ya sé que no te han muerto, pero en Urugayana te pegaron dos balazos en el hombro – Y se curaron solos mi Sargento Mayor – Está bien pero en Estero Bellaco casi te sacan una oreja de un sablazo – Tenia dos mi Sargento Mayor, la otra está sana – Ahora en Tuyuti te pegaron un lanzazo en la espalda y quedaste tirado en el campo casi tres horas perdiendo sangre – Pero mi Sargento Mayor, sangre es lo que me sobra. Bernal, no encontrando salida, fingió enojo – Bueno basta, es una orden, mañana temprano salís para Curuzu – Pego los tacos Ñandubay y salió cabizbajo de la carpa.
Bernal como todo buen Jefe conocía a sus hombres sabía que sacar de la guerra a Ñandubay era matarlo un poco, comprendió el tremendo coraje que circulaba en sus venas y esa misma noche luego de pensarlo lo llamo y revoco la orden, le ordeno que se quedaría, pero sería por un tiempo solo estafeta a la zona de retaguardia. De mala gana lo acepto Braulio.
Casi todos los días salía con algún parte había la retaguardia, viajaba solo y a pie por el monte, él no se perdía, a veces regresaba en plena noche cerrada.
Un día cuando llevaba un parte lo sorprendió una patrulla enemiga, eran tres contra uno, pero el solo los enfrento a sable nada más, salió airoso, pero quedo tirado en el estero con un balazo en una pierna, así lo encontraron y lo llevaron al hospital de campaña.
El sargento Mayor Bernal, se hizo presente de inmediato y pregunto al médico – Es muy brava la herida? Parece que el hombre se ha desmayado. – Perdió mucha sangre pero ya lo están atendiendo.
-      Fíjese señor que es un caso raro, tiene una herida enorme con orificio de entrada, y sin salida y que aunque he buscado hasta el fondo con el bisturí, no le encuentro la bala. Pero Ñandubay había vuelto en sí y escucho parte de la conversación, vio a Bernal y tratando de incorporarse dijo.  - Perdón mi Sargento Mayor …. Se ve que me quede dormido.  – No cabo Salas, te hirieron y te desmayaste. Braulio lo miro otra vez medio desconcertado – Ahora recuerdo mi Sargento Mayor, me pagaron un balazo y no podía caminar. Bernal lo miro y le dijo – Bueno quédate quieto que el medico va a buscar la bala en la herida. Braulio lo miro otra vez desconcertado – Que bala mi Sargento Mayor?? – Y la de la herida cual  crees?. Entonces Braulio señalando el bolsillo de su chaquetilla dijo – La bala? Esta allí en el bolsillo. Bernal se quedó mirándolo y pregunto – Como en el bolsillo?? – Y si mi sargento Mayor, no me dejaba caminar y tenía que llevar su parte, así que me la saque escarbando con la bayoneta.
Paso la guerra y se perdió Braulio Salas, no se llevó medallas ni fue a buscar ascensos. Fue como muchos de ese Taragui que tanta sangre valiente le dieron a los Ejércitos de la Patria. Ñandubay lo llamaban. Domo potros y dolores y se tuteo con la gloria. Y se abra ido a la muerte como vino a la vida, sin nombre y sin camisa.

Aclaración: Pago Largo, batalla, en la cual la caballería Correntina muere en su totalidad al no quererse rendir.

Recopilación de anécdotas de Roberto Valenti Alba.

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