Las cosas no venían
bien en el casino del E 21, unos 14 Subalfereces recién llegados, más unos 10
oficiales que allí vivían, en la vieja casona sobre la calle Rep Árabe Siria y
casi a metros de Av Bolívar.
Las piezas eran muy grandes,
mal mantenidas, muy frías. Los baños solo tres para todos y con poco agua
caliente, para más había llegado un J Esc soltero y resolvió almorzar todos los
días en el casino, así que se formaba una larga mesa por antigüedad, donde
había un horario para sentarse y como es lógico cuando el más antiguo se
levantaba lo debían hacer todos, los temas en la mesa eran muy diplomáticos y
casi poco se hablaba.
El J Un venia de ser
por años uno de los mejores técnicos de cierta especialidad, brillante en lo suyo,
pero el E 21 era y seguramente es algo especial y fuera de lo común.
Ocurrían ciertas
cosas, pero por dar un inicio todo comenzó con la denuncia o queja de un
ciudadano Sirio que tenía un negocio a pocos metros del casino con una vidriera;
en si denuncio que todos los Subalfereces al volver al casino al medio día se ponían a mirar la vidriera. Extraña
denuncia ya que el negocio solo vendía
latas de grasa; pero sentada detrás de la vidriera junto a un brasero estaba
siempre la joven y bella esposa del comerciante, recién llegada de Siria que no
entendía castellano.
Además el Jefe de una
Sección bajo con un cachorro de perro, que perdido parece ser se metió bajo una
cama de las dos que había en una pieza, allí dormían dos oficiales, el que
dormía en la que estaba abajo el perro aparentemente bajo la mano medio mareado y el perro se la
lamio, esto hizo que pregunte al de la otra cama que había debajo de su cama,
el oficial que estaba leyendo no quiso distraerse y le contesto algo así como
“Seguí durmiendo y no jodas, que va a haber bajo la cama” de tal forma que como
solución el dueño de la cama resolvió asomarse para ver que había, recibiendo
un mordisco en la nariz, se incorporo despavorido y tomando la pistola efectuó
una serie de disparos contra el colchón que hicieron que el cachorro y el
compañero de pieza salgan desesperados y a los alaridos al patio.
No paso una semana
que el dueño del único cine apareció por la J Un denunciando que cuando pasaban
una película la proyección se corto dos veces y la tercera desde la platea
alguien perforo la pantalla de un disparo, exigía lógicamente el pago de las
lonas, consultado el más antiguo que estaba esa noche en el cine, dio una respuesta que fue casi jurisprudencia
usada luego por un Ministro de la Corte no hacen muchos años “ Era de noche, estaba oscuro, yo estaba
dormido, no vi nada”, lógico la lona se pago igual por prorrateo.
Esperábamos alguna
medida, pero el J Un ordeno que la mesa
se produzca charlas educativas sobre el
comportamiento de los oficiales, como forma de que corrigieran su conducta,
como las charlas las daba un Subalferez por turno antes del almuerzo con la
presencia del Jefe poco se opinaba, y creo que poco se escuchaba.
Como si algo faltase
de la Agrupación avisaron que visitarían la unidad un grupo de funcionarios de
Migraciones, se quedarían unos días y había que alojarlos, esto origino que
casi todos los Subalfereces sean
destinados a diferentes subunidades para
dejar libres las piezas, las que de inmediato se comenzaron a pintar, arreglar
y colocar calefacción para indignación de los anteriores ocupantes.
La remodelación llego
más allá, se repararon baños, cocinas, etc y como en el medio del patio existía
un cantero que nunca conoció una planta, se trajo con ayuda de un malacate del FFCC un gran
cactus de los candelarias (que crecen en los cerros) de casi 3 mts de altura y
dos brazos.
Para la sala del
casino se trajo de Salta como adorno ponchos salteños y sombreros,
de Arsenales apareció una lanza y un sable de caballería.
Realmente el casino
quedo bonito, pero los antiguos ocupantes de piezas seguían bastante
disgustados.
Por fin el día que
llegaron los visitantes, personas muy amables, el J Esc los saludo y los invito
al casino para un refrigerio y que les asignen sus habitaciones, al entrar y
salir al patio gran sorpresa, el cactus lucia puesto un poncho salteño rojo, en
la parte de arriba tenía un sombrero de fieltro y en cada rama, en una
recostada la lanza y en la otra colgando el sable de caballería.
Los camareros solo
explicaron que al levantarse esa mañana las cosas ya estaban así y que no
tocaron nada ya que pensaron que por algo alguien las puso.
Los visitantes
partieron luego de unos cuantos días, así que la J Esc replegó a los asilados
de las Secciones, para sorpresa los reunió
en el casino y dio algunas precisiones de que se provecho el alojamiento
para tener fondos y logra mas comodidades, que ahora podían disfrutar, aviso
además que solo una vez a la semana presidiría la mesa, los disgustados volvieron a sus piezas ya
arregladas y a gozar de buena calefacción y agua caliente.
Charlando con un
oficial más antiguo y con más experiencia cuando le pregunte qué opinaba y como
veía el futuro, contesto más o menos “Los Subalfereces
están aprendiendo de a poco a ser oficiales, y el Jefe esta también aprendiendo
solo que aceleradamente a ser Jefe de Unidad, creo que todos aprendieron y para
bien”
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