Lejos de mi intención ofender la
memoria de quien fue un grande y además el padre de la Patria, lo
que hago es solo especular sobre algunas leyendas pasadas de boca en boca
y que por allí algunos “trasnochados historiadores” tomaron como posible
(Hugo Chumbita, Emilio Castello, Reyes Abadie, etc) Pero pensemos que si
todo los que luego escribiré es verdad, nada le quita, tal vez lo agrega aún
más grandeza.
Allá por cerca del 1774 estaban
establecidos en Yapeyu el Capitán español Juan de San Martin y su esposa
Doña Gregoria Matorras, el administraba los restos de lo que fueron las
Misiones Jesuíticas de Yapeyu, ambos españoles de buena cepa. Durante cuatro
años, los San Martín-Matorras habían vivido en Calera de las Vacas (hoy
territorio uruguayo), donde nacieron sus primeros hijos: María Elena, el
18/08/1771; Manuel Tadeo, el 28/10/1772, y Juan Fermín Rafael, el 5/02/1774. A
fines de ese año, don Juan fue nombrado teniente gobernador de Yapeyú, donde el
matrimonio tuvo a sus dos últimos hijos: Justo Rufino, en febrero de 1776, y
José Francisco, el futuro Libertador, en 1778.
Si venos algunos cuadros (pintados)
de la época, aparentemente los San Martin eran de piel y cabello claros en su
mayoría, de rasgos claramente europeos, solo José Francisco fue de piel morena
y rasgos más americanos.
Según como dije “la leyenda” cuenta
que allá por 1777 viajaba por la zona el marino y conquistador español Don
Diego de Alvear y Ponce León, hombre de tremenda alcurnia y fortuna, que en ese
entonces realizaba por encargo de la Corona tareas constantes entre las
Misiones y Buenos Aires, en estos viajes una de sus postas donde quedaba
siempre algunos días era justamente Yapeyu, lugar que disfrutaba de la compañía
de sus connacionales los San Martin Matorras.
Sabido es que la raza guaraní de
nuestras misiones los Aba, una rama de la gran familia guaraní que allá donde
se pierden los siglos casi, desde el Caribe inicio su marca constante en la
eterna búsqueda hacia la tierra sin mal, aquella a la que su Dios el Tupa les
pidió encontraran, en su marcha solo sobrevivían los mejores y más fuertes, su
historia fue hablada, se narraba por las noches junto al fuego de boca de los
Arandu los ancianos sabios. Esta etnia produjo tremendos y fuertes guerreros,
pero también tenia hermosas mujeres, dulces, “tan dulces como el aguai” (tomado
de Anahi).
Dicen que el buen Capitán Alvear y
Ponce de León, vio entre la gente de Yapeyu a una hermosa indiecita llamada
Rosa Guaru, de la cual quedó prendado, de ese enamoramiento allá por el 1778 nació
un niño, al que Alvear pidió a los San Martin que adoptaran como propio, este
niño de piel morena poco se parecía a sus hermanos de adopción.
Rosa Guaru vivió con su hijos solo
tres años, luego los San Martin Matorras se radicaron en Buenos Aires y de allí
volvieron a España el niño se crio como español y sirvió a las banderas
del Rey como militar, pero la sangre es la sangre y volvió a América.
Cuando ya en Buenos Aires se le
encomienda la formación de un regimiento de caballería, hace un extraño pedido,
nada menos que trescientos soldados de las Misiones, entre sus nombres
encontramos Abacu, Aybi, Abaya ,Guayare (el heroico clarín), etc o sea no
quedan dudas de los orígenes de estas tropas, y justamente uno de ellos el
cacique Matias Abacu en 1813 firma para el Libertador una nota que dice ““la felicidad y el
honor de conocerlo y saber que es nuestro paisano”.
Como al comienzo explique, leyendas,
viejas historias que aun hoy en algunos lugares se siguen contando de boca en
boca junto a algún nocturno fuego, sobre el Libertador de América y una
madre guaraní, la Rosa Guaru cuyo nombre quedo en la historia como su nodriza,
pero que tal vez fue algo más y dio el toque justo de esa sangre guerrera que
unida a la hispana nos pario un libertador.
Pero en fin viejas leyendas del
Taragui.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ten en consideración que tu mensaje deberá ser aprobado por el administrador del blog. No se aceptan comentarios agraviantes ni vocabulario vulgar...