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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

lunes, 22 de mayo de 2017

Los viejos fantasmas...

Que nuestra gente es supersticiosa no es novedoso, por allí en alguna publicación se menciona al Pombero por ejemplo, y quienes redamos por las fronteras sabemos de Grupos raros donde nuestra gente no está tranquila, por eso creo necesario hacer algunas consideraciones, no olvidemos que la mayoría de los integrantes de la GN en su momento provenían de la zona Norte y el Litoral.

En especial los que provenían del Litoral tenían seguro en su infancia un bagaje de historias y leyendas que venían de boca en boca desde allá la lejana época en que los Guaraníes y los Jesuitas aun caminaban viejas picadas del monte.
Yo me crie en un pueblo o ciudad según si lo mirábamos desde el pueblo o desde afuera, y sin embargo las mismas historias que seguro otros comprovincianos míos escucharon las sentí relatar o las vivi en mi niñez.
En mis oídos aun suenan nombres como el Pombero duende del monte capaz de perder a los cazadores con sus pies al revés, o embarazar a alguna niña con la mirada, el Cuarajhy Jara o dueño del sol que se llevaba a los chicos que salían de siesta, la Pora o fantasma de las plantas de higo, y unos cuantos más.
Recuerdo por ejemplo allá lejos en el tiempo,  la casa de mis abuelos en Mercedes (Corrientes) cuando llegaba el tío que vivía en el campo, pañuelo celeste al cuello, bombachas, botas, sombrero aludo y faja con tirador de la que en la parte de atrás y a la derecha asomaba el cuchillo de trabajo con su chaira, del otro lado la culata de un revolver, una vez por la noche los chicos comenzamos a jugar más allá del jardín, cerca de un viejo bananal, y pese a las recomendaciones de nuestras madres no dejábamos de hacerlo, basto que se cruce nuestro tío, y mientras despuntaba con los dientes un cigarro nos dijo “Vengan a jugar al patio, allá en el bananal está el Pombero y si agarra a alguno de ustedes no lo podremos sacar, yo le tengo miedo” y para nosotros niños que nuestro tío, hombre grande fuerte de cuchillo y revolver tenga miedo era demasiado, nunca más creo jugamos cerca del bananal.
Así de chico escuche cien historias más,  no silbes en el monte de siesta, el Cuarajhy Jara te contestara y te perderá, si quieres ser su amigo ofrécele un poco de tabaco, (dejándolo en alguna rama)  si lo acepta el te llevara donde están las mejores presas para cazar, pero si no lo acepta cuidado él es dueño de los animales del monte y se pondrá furioso si matas alguno.
El Curupi parecido al Pombero pero no muy nombrado en mi zona.
Si hay una cruz al borde del camino, al pasar hay que descubrirse y si se puede rezar un bendito, el alma del finado nos dará suerte, si la ignoramos puede ser que se enoje y nos haga salir mal las cosas.
Cosas simples historias tal vez de niños que vienen en el tiempo pero que seguro dejan un resabio de respeto en las personas.
Aclaro que no creo en esas cosas, me gustan y respeto como tradiciones de mi pueblo, y creo que a nuestra gente les pasa lo mismo, ya que si bien he visto en el Norte ponerse la piel de gallina a más de un Gendarme en pleno monte ante un silbido inexplicable, a los cinco minutos los pude ver temerariamente  atropellando sin miedo alguno a una docena de contrabandistas.
Los nombres y características de esos viejos “fantasmas” guaraníes cambian de un lugar a otro, pero son los mismos que animan esas viejas historias.
Una vez allá por E 15 siendo Jefe de Sec Herradura bajaba a Formosa muy pocos fines de semana y si lo hacia volvía el domingo muy por la noche para estar a primera hora en la Sec, normalmente dejaba el caballo en Tatane así que al volver tomaba el viejo camino de tierra y seguro que a poco dormitaba sobre la montura, esa noche llovía así que tenia puesta la capa de aguas, montaba un padrillo de salto (llamado Privilegio), un animal seguro y muy fuerte.
A unos cinco km de Tatane estaba pasando una alcantarilla de madera y un ruido me despertó, cuando el padrillo de golpe  se alzo de manos, llegue a ver del otro lado de la alcantarilla lo que parecía una persona parada con los brazos abiertos, luego sentí que el estribo de un lado se cortaba y volé al suelo, allí enredado con la capa no podía manotear la pistola y apenas si pude sentarme en el suelo, mirando hacia la alcantarilla ya no se veía nada, me levante y recorrí todo sin ver nada, recupere al padrillo que quedo allí nomas, al montarlo note que aun temblaba.
Volví a Tatane y comente lo ocurrido, allí me entere que al costado de la alcantarilla había una cruz y que más de un viajero que paso por allí de noche sufrió  un susto, que el alma del muerto, que esto o aquello, así que resolví hacer noche y por la mañana temprano ya con luz  con el Sarg Ay Aguirre hombre  muy práctico en rastros volví a la alcantarilla, yo había visto lo que parecía una persona y eso debía dejar alguna huella, así fue claramente donde yo vi el bulto con los brazos abiertos estaban las huellas de un Tamandu o oso hormiguero grande.

La explicación fue fácil, los costados de la alcantarilla estaban llenos de hormigueros, el oso hormiguero venia allí por las noches a “cenar” yo venía dormido con las riendas flojas y de golpe el padrillo lo encaro, el oso se alzo y abrió los brazos en defensa lo que asusto al padrillo, imagino que a unos cuantos más les abran pasado cosas similares y de allí salieron las historias de la cruz el fantasma y demás.


Di por terminado el tema, y le dije al suboficial “Vio que era algo normal montemos y emprendamos el regreso”, recuerdo la respuesta “Tiene razón mi Subalferez, pero ya que estamos primero recemos por el alma del finado, total que mal nos puede hacer”.-

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