La Quiaca
año 1971, dos estaciones la del ferrocarril y el invierno,
una unidad grande, con mucha gente joven y un pueblo con poca gente y sobre
todo pocos lugares para pasar el rato.
No existían
esparcimientos en la Quiaca, o mejor dicho los había, pero pocos y con
problemas, el Club Sirio, buen lugar si uno gustaba del anís y era amigo de las
cartas, el cine siempre que se quiera ver películas argentinas de la época en
que Gardel usaba pantalones cortos, eso si algunas veces en el intervalo se
podía degustar un trozo de asado en el salón anexo, con la ventaja que el olor
entraba a la sala y uno al salir corría el riesgo que lo sigan todos los perros de la zona,
estaban también a veces los bailes en el
Hotel el Cortijo en Villazon, pero cruzar la frontera de noche cuando no había
luz y siendo Gendarme no era muy recomendable...
Había otro lugar,
pero… entrando exhibía un cuadro que más o menos decía – Casa de tolerancia
habilitada por DtoNacNro…. En la ciudad de la Quiaca y algunos considerandos de
la población masculina al construir el FFCC, etc – nada menos que un prostíbulo
(en castellano) habilitado por la Nación.
Este último
establecimiento era por lejos el que más aglutinaba a la tropa, decían que si
uno pasaba lista seguro había más efectivos que en la formación de la mañana de
la Unidad.
De todas formas tenia
algunas peculiaridades, era el único lugar donde pasadas las 2200 se podía
comer, tenía un anexo donde servían excelentes milanesas y asado con carne
traída de Jujuy, allí las damas no molestaban, ellas se mantenían en un cuasi
salón de baile donde un bar cubría toda una pared.
Normalmente no
existían problemas, solo algún Billy theKid que rompía alguna botella de la
estantería de un disparo, y la guardia a
veces debía hacer una recorrida para ayudar a encontrar el camino a la cuadra a
alguno muy mareado, cosa que se arreglaba con una noche de alojamiento en la
torre de la unidad, así al otro día amanecían con las ideas muy “frías”.
El tema se complicaba
más luego del día 10 fecha en que normalmente cobraba el Escuadrón, y si
coincidía con el cobro de los mineros de Pirquitas, allí ya la Guardia debía
intervenir en peleas campales, celosos los verdes y celosos los mineros por las
chicas, la cosa terminaba con unas cuantas sillas y mesas rotas más algunas
cabezas, la Policía directamente desaparecía y la torre terminaba con bastantes
alojados.
En esa época la
mayoría de las subunidades tenían Unimog, otras solo mulas, así que luego del
cobro por la noche desfilaban caravanas de vehículos y tropas montadas que
llegados a la zona del prostíbulo desparecían misteriosamente, al menos para
quien no supiera que la casa que se encontraba enfrente tenía solo la fachada,
allí detrás se alineaban los vehículos y los mulares prolijamente ordenados, si
el Jefe de unidad pasaba nunca vería vehículo alguno que baje sin permiso.
A las primeras luces
rugían los motores y medio zigzagueando los vehículos partían a sus destinos,
las tropas montadas con las riendas colgando desaparecían en silencio.
Así las cosas hasta
que una mañana luego de un feriado la encargada del local apareció en la
guardia de la Unidad, pidió ver al Jefe de Esc y ya con el devolvió una pistola
BM 11,25 que una de las chicas encontró bajo el colchón, pero además solicito
que alguien vaya a sacar la mula que estaba en una pieza, que ya se había
comido las cortinas.
El tema de la Pistola
tomo cierto carril reglamentario y disciplinario; pero lo de la mula fue
diferente, el Jefe quería saber quién la dejo y de que subunidad era, así que
fue comisionado el Enfermero Herrador Sarg Millaleo con dos gendarmes, para
recuperar la infractora y llevarla al Escuadrón.
Según relato Millaleo
entro a la pieza y efectivamente había un mular que por las características era
de GN, no verifico en ese momento marcas ni NIGN, estaba con montura de tropa y
la propietaria de la pieza aseguro que era de un gendarme que estaba muy “mareado”
y la escondió dentro de la pieza, cuando la dama despertó la mula estaba el
jinete había desaparecido; Millaleo saco la mula afuera pero en ese momento el
animal asustado lo atropello y escapo al galope siendo imposible volver a
capturarla, era imaginable que volvió a su caballeriza vaya a saber a qué
subunidad.
Lógico por más que se
preguntó a nadie le falto un mular, lo único que nunca me cerro conociéndolo a
Millaleo uno de los mejores Enfermeros de Ganado y Herrador que conocí es que se le escapase una mula y menos que no pudo ver las marcas identificadoras
que lógico las ponía el.
Pero seguramente la
altura, la puna, y allí pasaban cosas a
veces sorprendentes.-
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