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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

lunes, 22 de mayo de 2017

Los abandonados de Carirriñe



El año venia raro, poco verano y lluvioso, según los lugareños se adelantaría el invierno y seria nevador...


La Sección Junín entre sus grupos tenía el de Carirriñe en las termas de Epulafquen, distante a unos 65 km, el grupo era de temporada,(Se levantaba en invierno), la construcción una verdadera vergüenza tres piezas de costalera de madera forradas por dentro con laminas de machimbre y techo de chapas, el piso a unos 30 cm del suelo ya que estaba sobre un mallín y por allí se filtraba agua termal, en si dos piezas de unos 6 x6 donde en una funcionaba la oficina y en la otra el dormitorio y depósitos etc; a unos tres metros otra pieza que hacía  de cocina comedor. el baño… lógico el de las termas también precario. La calefacción un tambor de 200 litros adaptado y otro similar para la cocina.

No existía un lugar cómodo por problemas normales con PN, si bien había un paso a Chile para vehículos que desembocaba en Liqueñe a unos 40 km, el objeto principal del paso era el ingreso de trabajadores de temporada, ya que los de las zonas de Pamguipulli que trabajaban en Junin y San Martin les era más fácil acercarse en camioneta al límite, caminar unos 5 km y luego de hacer las tarjetas volver a subir  a camionetas que los esperaban del lado argentino, fundamentalmente por allí pasaba todo el personal de los hoteles de la zona.

El camino bastante complicado, fácil hasta llegar a los lagos Curruhue grande y chico, ya que allí corría en cornisa unos 90 o más metros de altura, y con el espacio justo, ya que estaba “tallado” contra el cerro, luego contra la laguna verde y el lago Epulafque la situación no cambiaba, era normal que se corte por  caída de árboles, piedras o corridas de tierra, en invierno el camino se nivelaba con el cerro y no existía forma de pasar.

Con el aviso de los lugareños que sería un invierno complicado pedí al escuadrón el MB 1114 para hacer el repliegue los primeros  días de julio, tomándome cierto margen ya que las nevadas son a fines de julio..

El grupo tenía cinco integrantes el Sarg Sanchez como jefe y cuatro Gendarmes, dos antiguos en la zona y dos recién llegados. Creo que Jara, Campos, Cucik y Alarcon.

Hice bajar al Jefe de grupo para que prepare el repliegue un fin de semana si mal no recuerdo, un sábado, el día siguiente soplo un viento muy fuerte, y por la noche comenzó a nevar, y nevó durante tres días, todos los caminos quedaron cortados, así que desesperados nos largamos con el Unimog a tratar de replegar a los Gendarme que habían quedado en el grupo, imposible en el Curruhe la nieve superaba los dos metros y estaba congelada, no había forma.

Nos comunicamos por radio estaban bien, tenían unas  bolsas de harina, grasa, algo de comida, y poca nafta para la radio, los autorice  cazar si hacía falta (en la zona de PN ciervos y jabalíes son comunes) si no podían tendrían que sacrificar alguno de los equinos, les indique  junten abundante leña y  prender la radio solo una vez al día, la Sección quedaba en escucha permanente.

Fui a San Martin a gestionar el lanchón de PN que saliendo de Paimun podía cruzar el Epulafquen; justo tenia los motores el Buenos Aires en reparación.

El tiempo seguía mal, nevaba o helaba, así seguimos hasta que casi a fines de julio se les acabo la nafta y no existió más comunicación, yo no dormía ni comía casi, no podía dejar de pensar que estaban allí y yo era responsable de ellos,  

Agosto comenzó con buen tiempo y yo explote, resolví que saldríamos a rescatarlos como sea, conseguí un Unimog mas del Escuadrón, motosierras, palas, picos, poleas, dos cajones de gelamon para mover piedrones o troncos muy grandes, unos 14 hombres y una pequeña topadora de Vialidad.

Los  primeros 40 km fueron un infierno, el camino por los  Curruhe era hielo duro, lo rompíamos a explosivos  y la topadora abría un poco para que la sigan los Unimog eso nos llevo tres días durmiendo en los vehículos por las noches. Pasando los Curruhe la nieve era menos pero encontramos por lo menos dos corridas de piedras y unos cuantos árboles caídos, allí tardamos dos días más, por fin desde una loma pudimos ver Carirriñe, a lo lejos se veía el mástil con la bandera y de las chimeneas salía humo.

Cerca de las termas no había nieve casi, así que nos adelantamos, a unos cien metros distinguí a los cuatro gendarmes que salían, pero también veía otras personas más, unas seis que cuando llegamos note eran mujeres.

Cuando estuvieron  todos y nos organizamos para empezar el repliegue, llame al Gendarme más antiguo y pedi me explique lo de las mujeres, que dicho sea de paso eran muy educadas y estaban entre los 20 y 30 años, me explico que el mismo día de la tormenta de nieve por la noche escucharon gritos de auxilio, que salieron y encontraron perdidas a las seis mujeres que eran del servicio del hotel Sol, tres camareras y tres cocineras, que venían del paso caminando no pudiendo seguir ni volverse les brindaron alojamiento. No informaron nada ya que no querían preocuparnos por la comida y las damas tenían pensado si el tiempo se componía volverse a Chile, lo que no ocurrió.

Así me pude enterar que las damas que eran camareras tenían designado lavar la ropa, plancharla, mantener el lugar limpio y calefaccionado,  las cocineras eran las responsables de hacer pan, y preparar las carnes de ciervo y jabalí que aportaban los Gendarmes.


Durante todo el trayecto de vuelta me pase pensando si la cara de contentos de los cuatro Gendarmes era de verdad o solo se adaptaba a las circunstancias para evitar hacernos sentir mal luego de tanto trabajo de rescate.

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