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Noche fresca y abierta en el pago... desde que apareció el lucero un fuego mantenía en ronda a la paisanada. Los perros se rezongaban entre ellos por un espacio cerca a la lumbre y a lo lejos los carau continuaban en su fiesta lamentando la muerte de su madre (ver leyendas).
Un chicharrón a las brazas, la pava ennegrecida de ollín... y el crepitar de las llamas... el resto era mero lujos de compañias...

Buenos humos de tabacos criollos y "DON Emilio" (ese "titulo" casi nobiliario que le damos los paisanos a aquellos que consideramos nuestros mayores, y que se han ganado el respeto y la jerarquía de ser llamados de esta forma)... que se acomoda en una silla petizona, apura un cimarrón caliente y bien sebao que le supieron alcanzar y nos deleita con sus historias...

domingo, 11 de diciembre de 2016

Historia negada, Chepoya el clarín de la gloria

En épocas donde el indigenismo aparece reclamando cosas y titulándose razas sin integrar el país o tratando de desintegrarlo, es bueno saber que existió una raza ya desparecida, que nunca se sintió extraña a su país, que lucharon por el ideal de Libertad detrás de nuestra bandera y se fueron con la gloria.Los historiadores los borraron de la historia, pero allá en su antigua tierra lo no escrito aún se transmite de boca en boca, mate y tabaco negro de por medio, muchos de sus ya muy mezclados descendientes supieron seguir sus pasos y llevaron su cuota de sangre guaraní a Malvinas. 
 

Che – Pó – Yá: Mi mano doy o apoyo, yo apoyo con mi mano, en definitiva, Yo Apoyo; son algunas posibles interpretaciones etimológicas del apellido guaranítico

Perteneciente al cacicazgo de Marayuguá, nació en el pueblo de Santa María la Mayor. A los 18 años integró como granadero el Segundo Escuadrón de la Segunda Compañía actuando como trompa de órdenes; participó en las Campaña del Norte (Salta y Tucumán), integró luego el Ejército de los Andes, con el que cruzó la cordillera, se batió en Chacabuco y Maipú siendo miembro destacado del glorioso Regimiento de Granaderos a Caballo, juntamente con los otros 260 naturales, paisanos de San Martín como éste los llamara, que se incorporaron a principios de 1813.

Entre algunos nombres que se rescatan Areguatí, Napurey, Manduré, Sití, Matías Abucú, Blas Uré, Miguel Abiyú, Andrés Guayaré, y Juan de Dios Abayá. Entre los soldados, sobresalieron Santiago Guaichá y Lorenzo Purey,) Tiempo después, el 6 de mayo de 1813, se le aparecen a San Martín los cobrizos Matías Abucú, Miguel Aybi, Andrés Gueyare y Juan de Dios Abaya, expresándole “la felicidad y el honor de conocerlo y saber que es nuestro paisano”,

Luego de la Campaña de Chile se embarcaron hacia el Perú siempre acompañando al General San Martín desde su escuadrón predilecto. Habiendo servido al Protector del Perú, sirve luego a las órdenes de Bolívar y Sucre, dando cima a su agitado correr por los campos de batalla de América, en el último encuentro con las tropas realistas: Ayacucho, era el 9 de diciembre de 1824.

Recordemos que para entonces, San Martín ya no se encontraba en el escenario peruano porque había partido desde el puerto de El Callao, el 21 de septiembre de 1822 a bordo del bergantín ‘Belgrano” rumbo a Valparaíso.

Regresa a las órdenes del Coronel José Félix Bogado (También de sangre guaraní) el 13 de febrero de 1826 y a su llegada a Buenos Aires desfila con los restos del histórico Regimiento por las calles de la capital argentina. Eran un puñado de hombres adiestrados en un todo por el Gran Capitán y que hasta el último encuentro demostraron cuánto vale la disciplina férrea, el tesón y la valentía puestos al servicio de un noble ideal. Dice al respecto el historiador Antonio Monzón: “Era de los últimos, de los que recibieron el agasajo de Buenos Aires cuando allá en 1826, liberada América, desfilaron por sus calles como queriendo dar el último adiós a las armas, al vistoso uniforme, a las medallas ganadas con honor”. Y continúa diciendo: “Desde entonces se nos pierden las huellas de Chepoyá. Creemos que siguió alertando con su trompeta el inminente entrevero en otros campos de batalla, posiblemente en la guerra con el Brasil; había vivido demasiado el ambiente bélico como para regresar a su Provincia, en la cual posiblemente no hallaría ya a sus familiares”.

A su regreso a la Patria amada, contaba a la sazón con 30 años de edad, y estando muy próxima a desatarse la contienda bélica con el imperio del Brasil bajo la corona de Pedro, es muy difícil que no se haya tentado a combatir junto a sus hermanos que nuevamente habían sido convocados para esta nueva gesta patriótica. Para la guerra con Brasil se forman las siguientes tropas guaraníes: Primer Escuadrón de Caballería (Departamento San Miguel) 121 hombres entre Capitanes, Alférez, Sargentos, Cabos, Tambores y Soldados; Segundo Escuadrón (Departamento de Loreto ) 90 hombres; Tercer Escuadrón (Departamento Yapeyú) 107 hombres; y Cuarto Escuadrón de Caballería (La Cruz) 91 hombres; lo que representa un total de 409 hombres con la plana mayor integrada por un Coronel, un Teniente Coronel, un Sargento Mayor, cuatro Ayudantes y un porta Estandarte.

Llama la atención, en el caso de Matías Abucú, Miguel Aybi, Andrés Gueyare y Juan de Dios Abaya, que eran caciques, expresen al presentarse a San Martin “la felicidad y el honor de conocerlo y saber que es nuestro paisano”. Llaman paisano a un hijo de españoles y criado en España?? Raro, tal vez la vieja leyenda de la sangre de Rosa Guaru tenga sentido.-



Allí se pierde en la niebla de las guerras, no se sabe, no hay constancias de allí en más, pero una raza guerrera y partiendo sus paisanos a la guerra, difícil que no se prendiese, seguramente siguió tocando su clarín hacia la gloria, y abra encontrado en alguna batalla el camino a su “tierra sin mal” allá donde Tupa el Dios lo tendrá haciendo sonar el clarín a reunión cada vez que entra un guerrero.-

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